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lunes, 2 de febrero de 2015

Once Cuántico

   La zona de estación Once es muy rara. Ahí presencié, desde la fugacidad de un colectivo detenido, una escena compleja y mágica.
   Intro: la paradoja de Schröedinger plantea que si hay un gato encerrado en una caja con un gas venenoso, hasta que abramos la caja no podremos decidir si el gato vive o no. Está vivo/muerto. Es una paradoja de la física cuántica.
   Sobre avenida Pueyrredón acabo de ver una piba comprando una camisa en la calle. Llevaba puesta una remera roja que decía "Schröedinger cat's dead".
   Haber resuelto la paradoja no le impedía discutir con la vendedora:
   -Esta no me entra -decía la chica, camisa en mano.
   -Probátela -argumentaba la vendedora.
   -No. Ya sé que no me entra.
   -Si no te la probás, no vas a saber.
   -No necesito probarla. Ya sé que es chica -resolvió la piba.
   Era un problema: antes de probarla, la camisa entraba/no entraba, era indecidible. Así dirime ella las paradojas cuánticas, vía el pesimismo: el gato está muerto, la camisa no entra.
   Ríanse, pero es la primera persona que conozco con la entereza moral de actuar en concordancia con la inscripción de su remera.

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